viernes, 26 de junio de 2020

La renuncia de la subsecretaria Asa Christina Laurell -¿La política antes de la ideología?-

Podríamos conceder a este gobierno federal una intención honesta de hacer cambios para mejorar las políticas de salud pública en nuestro país; sin embargo, debemos de reconocer que lo que hemos visto (haciendo a un lado el manejo de la epidemia de COVID19) es que el proyecto de universalización ha estado plagado de decisiones erráticas y que francamente ha ocasionado una situación considerablemente peor a la que el gobierno criticaba antes de tomar las riendas del sistema de salud.

El desabasto de medicamentos ha sido muy marcado, licitaciones con un número histórico de claves desiertas (tanto por falta de oferentes como por considerarlas como por calificarlas no convenientes por precio).

La decisión de transferir el control de la compra consolidada de medicamentos del IMSS a la Oficialia Mayor de la SHyCP, fue arbitraria y errática desde la forma hasta el fondo de dicha intención. Un ente sin experiencia que pretendía desconocer e imponer la dinámica del mercado de medicamentos institucional, obligando la terminación anticipada de contratos, gestionando negociaciones de precio (que invalidó y terminó desapareciendo la CNPSS*)

Esto resultó en licitaciones con demanda agregada incorrecta, con claves desiertas, con contratos para el ejercicio 2020 que terminaron por ser firmados hasta el mes de abril de este año; y que debieron de hacer uso de la voluntad de los proveedores de medicamentos de prolongar los contratos que habían pretendido dar por terminados de forma unilateral.

Y como estas, muchas otras decisiones del orden operativo que han resultado en situaciones contrarias a las pretendidas, o al menos expresadas, por el ejecutivo.

Controversial, mucho, la decisión de desaparecer el Seguro Popular (tema del que ya escribí en un articulo anterior del 24/06/20) y dar cabida a un "nuevo" organismo, el Instituto para la Salud y el Bienestar (INSABI).

Y me doy la licencia de entrecomillar nuevo, porque la realidad es que si bien había mucho por mejorar en el Seguro Popular la solución que se plateó de destruir y hacerlo de nuevo echa el avance de más de 12 años de trabajo de un proyecto que requería de al menos 25 años de continuidad a cero. La diferencia del primero con el subsecuente era primordialmente de control y gestión de la infraestructura hospitalaria instalada en los estados y en otras instituciones como las que la CCINSHAE aglomera.

El Seguro Popular fue diseñado como una institución de financiamiento en salud que permitiera acceso a servicios de salud a todos aquellos mexicanos que no contaran con algún tipo de acceso a la seguridad social o servicios de salud.

Así que si dejamos a un lado el Fondo de Protección Contra Gastos Catastróficos (FPGC) y el Seguro Médico Siglo XXI (SMSXXI), CAUSES o Catálogo Universal de Servicios de Salud que se hace cargo de más de 300 de intervenciones en salud del primer nivel de atención se hacía cargo de la medicina de primer contacto. Un nivel de atención que representa el 70% aproximadamente de las consultas en el sistema de salud y que representa un mecanismo para atención de padecimientos agudos de rápida solución y la atención de padecimientos de alta incidencia como la diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial que si se mantienen bajo control pueden evitar eventos mucho más complicados como infarto al miocardio o la insuficiencia renal. Estos con un impacto mayúsculo en términos de calidad de vida, y de costo para el paciente y para el sistema a nivel de la demanda de recursos materiales, humanos y financieros.

Un tema bien conocido y del interés primario de la Dra. Asa Christina Laurell, subsecretaria de salud bajo el mando del Dr. Jorge Alcocer Varela, un experimentado investigador pero un novel (muy) servidor público. retomando el INSABI, esta institución quedó bajo la tutela de Juan Antonio Ferrer (Lic. en Administración de Empresas) cuyo único aporte curricular parecería ser la cercanía con el ejecutivo.

Siendo que la visión de la Dra. Laurell es de una medicina con un enfoque social, con el que podemos estar de acuerdo o no, el primer nivel de atención y la universalización de su cobertura y la penetración de esta a todos los rincones del territorio nacional; se hubiera esperado una participación por demás activa de ella en la creación del plan de este instituto. 

Grupos expertos que han evaluado la viabilidad de estos esfuerzos reconocen que la creción del INSABI y su puesta en marcha debe de estar sustentada en un plan estratégico claro, con objetivos y ejecución táctica escalonada que debe de mantener fijo el macro y hacer modificaciones an lo meso mientras se lleva a cabo la puesta en sitio de cada uno de sus engranes. El éxito depende de mantenerse firmes por periodos de tiempo sostenidos, y esto puede llevar años (no menos de 12). El riesgo está en la tentación política que por grandilocuencia lleve a actores como el presidente a prometer resultados rápidos, estos no se lograrán y el resultado será minimizado por ello.

Sin embargo, lo que acusa en varias entrevistas (acá dejo un ejemplo) es que el Lic. Ferrer y el propio Dr. Alcocer le fueron dejando fuera de las discusiones en materia de planeación e implementación del INSABI, que en conjunto con el rumor que corría desde hacía ya varias semanas de la intención de integrar las funciones de la subsecretaria a otras instancias y desaparecer de la estructura orgánica a la misma derivaron en diferencias que por lo visto, resultaron irreconciliables y en la renuncia de la Dra. Laurell.

Si bien es un personaje controversial, hay que reconocer en ella la lealtad al presidente por muchísimos años y una aliada de peso completo que pierde  el gobierno federal con su salida. 

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