El COVID19 llegó para quedarse, esperemos
que no necesariamente desde el punto de vista de la salud, muchos expertos
opinan que mientras no haya certeza de como es que se puede estandarizar el
abordaje terapéutico para tratarlo, o del desarrollo de una vacuna, seguiremos
viviendo en constante fase de cuarentena/aislamiento social.
Esto, tiene implicaciones profundas en la
forma en que nuestra vida personal y profesional se verán modificadas por esta
pandemia. En lo personal las modificaciones al estilo de vida serán tan
variadas como el teletrabajo o la educación en línea (que ha llegado para
quedarse) como la forma en que nos manejaremos para entrar y salir de casa o
simplemente como serán nuestras interacciones con los demás (distanciamiento
social).
En México un número muy importante de
empleos (la proporción varía de fuente en fuente), entre el 70 y 90 %, dependen
de las MiPyMEs, empresas que tienen desde uno hasta 250 empleados y
facturaciones de rangos amplísimos. Estas empresas tienen por un lado el reto
de tener que competir contra otros entes comerciales/productivos de muchos
tamaños y en muchas ocasiones dependen de la especialización de sus servicios y
productos, de la estrategia financiera para la gestión de pagos y cobranza, o directamente de maximizar
el uso eficiente de recursos para echar mano de rendimientos para mantener la
operación viva por el mayor tiempo posible.
Si bien la estimación
de las autoridades es de regresar a la actividad “normal” a principio de Junio,
la realidad es que no estaremos regresando a nada que se parezca a la
normalidad de antes de que se diera inicio a la cuarentena y las jornadas de
Sana Distancia. Algunos expertos consideran que hasta
no contar con una vacuna o un índice de personas con anticuerpos considerable
deberemos de estar en períodos de alrededor de dos de cada tres meses en aislamiento.
La actividad económica se verá seriamente modificada por este impacto, algunos
expertos en materia económica consideran que las empresas deberán de hacer
planes para que durante los próximos 18 meses las empresas más pequeñas puedan
subsistir con ingresos cada vez más limitados y con marcados ciclos de altas y
bajas en su flujo de efectivo; en términos coloquiales, deberán de ahorrar para
las “vacas flacas”. Muchos de los fondos que se dedican al apoyo de start-ups
deberán de volcar el uso de sus recursos a los proyectos que ya arrancaron antes
de pensar siquiera en buscar nuevos proyectos para proporcionar apoyos de
arranque. Los empresarios de todos los tamaños deberían de empezar con el
diseño de acuerdos de colaboración solidaria con clientes y proveedores para
que se definan nuevas dinámicas de relacionamiento comercial.
Industrias como los centros de afluencia
como pueden ser restaurantes y algunos giros comerciales verán su paradigma de
negocio romperse para dar lugar a nuevas formas de hacer negocio, la creación
de lugares con menor aforo, con sistemas de take-out y de entrega a domicilio
apoyados en el uso de tecnologías como apps, convenios con empresas de
logística como Rappi, UberEats, entre muchas otras verán el nacimiento de una
nueva dinámica.
Hasta ahora, el
consumidor mexicano podría ser calificado como poco exigente; esto cambiará al
haber menos recursos para gastar en cosas que pudieran considerarse como no
esenciales (alimentos, medicamentos, servicios, salud, etc.) y hará que exija
cada vez más de los proveedores de productos y servicios que dejarán de ser de
consumo a una especie de “lujo” en la que el valor percibido del precio a pagar
se verá modificado por las nuevas condiciones del mercado. Es decir que como
consumidores seremos más consientes de valor de nuestro dinero y de lo que
esperamos al entregarlo a proveedor de un servicio o producto; por ejemplo, cuantas
veces hemos “escuchado” (al primo de un amigo) que vió un producto
ma-ra-vi-llo-so en internet y que al recibirlo nos damos cuenta de que le han
timado, le han engañado, le vieron la cara pues, y no hace sino quedarse con el
famoso bien en lugar de regresarlo y escribir una mala revisión al proveedor. Vamos a cambiar, y mucho.
Como empresarios, debemos de convertirnos
en cucarachas y ser los más rápidos, los más ingeniosos y los más agresivos
entre nuestros competidores más cercanos. Deberemos de hacer una dolorosisima
auto crítica y cuestionarnos hasta el cansancio acerca de nuestro modelo de
negocio, de nuestra estrategia de posicionamiento y penetración, es más,
deberemos de volvernos los más acérrimos enemigos de la definición de nuestro mercado
objetivo y de sus motivaciones para elegirnos por encima de la competencia. Las
tecnologías disponibles y las plataformas para hacer negocio determinaran la
forma en que llegamos a nuestros clientes; las redes sociales y los espacios
comerciales virtuales serán los nuevos centros comerciales.
El valor de nuestra oferta y la velocidad
de respuesta, en conjunto con precios competitivos y valor percibido alineado a
la disponibilidad de pagar de nuestros mercados objetivos son cada vez más críticos.
Ahora estamos a merced de un simple clic de que el cliente se vaya y camine a
la siguiente “tienda” a buscar lo que está buscando. Los programas de lealtad, las
recompensas por volumen o frecuencia serán importantes en la medida que aporten
valor y un impacto económico en quienes nos prefieren.
El mercado digital, será
para los Xers y Boomers que aún quedamos en el mercado un campo de batalla
completamente nueva, y por momentos intimidante. Las nuevas generaciones verán
florecer oportunidades y crearan un entorno de negocios muy agresivo, casi a
medida de cada uno de sus clientes.
El cambio llegó y la realidad a la que nos
enfrentaremos nos representa, de ya, el reto de definir como es que le haremos
frente.
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